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- CRAP
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- Interludio:
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- Lluvia
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![](trash6-0.jpg)
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- La música se escuchaba con
claridad desde la calle, anunciando al vecindario
que ese día Slash era el encargado de la
limpieza. Mozart, sin lugar a dudas. La Marcha
Turca, ahora que Boss y Run entraban al jardín
delantero, los dos transpirados tras su corrida
matinal, más agobiados por la humedad ambiente
que cansados. Una vez más, Boss se maravilló de
cuánto había aprendido sobre música clásica
desde que se uniera a CRAP. Algo que ciertamente
nunca había pensado que sucedería.
- Rodearon la casa y entraron por la
cocina. Slash, el pelo atado y vistiendo sólo
sus boxer, pasaba el trapo en el piso del estar
tarareando con entusiasmo la música. Los otros
dos se detuvieron a llenar sus botellas de agua y
volver a dejarlas casi vacías, se descalzaron y
siguieron hacia sus habitaciones. Run notó de
inmediato que la única puerta que permanecía
cerrada era la de Trash.
- Bañate primero le
dijo a Boss, deteniéndose a la salida del estar,
y se volvió hacia Slash, que alzó la vista al
escucharlo. Él señaló en silencio el
dormitorio de la chica, el otro se encogió de
hombros.
- Seguirá en "su"
día... dijo, restándole importancia.
- Run asintió levemente y llamó a
la puerta cerrada. No obtuvo respuesta.
- Trash, soy yo...
- Al no escuchar ruidos a través de
la música, probó el picaporte. No estaba
trabado. Asomó la cabeza dentro del cuarto. Las
pesadas cortinas oscuras estaban cerradas, y al
interior del cuarto sólo llegaban unos rayos
vacilantes de luz desde los bordes de la ventana.
Sintió el olor a humo estancado. Distinguió la
figura sentada en medio de la cama revuelta, los
brazos rodeando las rodillas, la cabeza apoyada
en ellos. Trash no se movió cuando él entró y
cerró la puerta a sus espaldas. Los ojos claros
clavados en la pared frente a ella, el cigarrillo
consumiéndose entre sus dedos.
- Run sorteó el caos de ropa y CDs
tirados, puso la silla del escritorio junto a la
cama, se sentó a horcajadas, tomó otro largo
trago de su botella, se cruzó de brazos sobre el
respaldo de la silla armándose de paciencia.
- Trash no estaba bien. Desde que la
atacaran en el Parque se había estado
comportando más y más huraña y esquiva. No
habían vuelto a cruzarse con los Sterne y Rover
les había llevado trabajo bastante fácil en
esas dos semanas, de modo que la chica había
podido recuperarse sin inconvenientes de sus
magullones. Pero en los últimos días le había
dado por pasar la mayor parte del tiempo
encerrada en su cuarto. Apenas salía para comer
o ir al baño, y a la noche se iba, sin volver
hasta entrada la madrugada, dejando
invariablemente sin respuesta cualquier pregunta
acerca de donde había estado.
- Trash... el acento de
Run era más bien tentativo. Creo que es
hora de hablar un poco...
- Ella no demostró haberlo oído
siquiera. El cigarrillo se había consumido y
apagado entre sus dedos. Run ahogó un suspiro y
apoyó el mentón en su brazo estudiándola,
preguntándose qué estaría pasando por su
cabeza. Los minutos transcurrieron en el mismo
silencio pesado, aplastante. En algún momento
Trash tiró la colilla al suelo y prendió otro
cigarrillo, que después de un par de pitadas se
consumió solo como el anterior.
- Run comenzaba a evaluar sus
alternativas cuando un gesto de la chica reclamó
su atención. Su ceño estaba más fruncido y
había encajado las mandíbulas. Pero lo más
llamativo era el brillo de sus ojos en esa
penumbra vacilante, como si estuvieran húmedos.
De pronto apretó los párpados y deglutió, para
volver enseguida a su extática contemplación de
la pared frente a ella. Run inspiró hondo, se
paró y salió sin ruido del cuarto.
-
- * * *
- Boss dejó enfriar el estaño con
el que había soldado los cables y alzó la vista
hacia Run, que acababa de sentarse al otro lado
de la mesa con aire meditabundo. Slash entró en
ese momento desde la calle con dos bolsas del
supermercado y de camino a la cocina se acercó a
ver qué hacía.
- ¿Otra radio para el
negocio del viejito ese?
- Boss asintió sonriendo.
Sip. Ya no tiene pulso para estas cosas, el
pobre, así que se las hago yo.
- Deberías cobrarle. Puede
seguir tomando trabajos gracias a vos. Al final
le hacés todo.
- Debería pagarle yo a él.
Me mantiene ocupado y entretenido.
- ¡Con esas radio de museo!
Si vinieras conmigo al negocio del Pez la
pasarías mejor... ¿No le tocaba a Trash
cocinar?
- Dejá, yo me encargo del
almuerzo terció Run distraído.
- ¿Y a qué te voy a
acompañar? No entiendo nada de música, y la
verdad me aburre verte seducir quinceañeras con
la excusa de enseñarles a tocar Escalera al
Cielo.
- La sonora risa de Slash llenó el
ambiente mientras le alcanzaba un vaso de cerveza
helada.
- Qué hacerle si para ellas yo
resulto ser su Escalera al Cielo... se
inclinó hacia él sonriendo burlón
¿Celosa?
- Boss agitó una mano para
apartarlo riendo también.
- ¡Salí, querés!
¡Prefiero mis radios a galena! A propósito,
echale una ojeada a ésa y decime qué puede ser
lo que no anda, me tuvo de cabeza toda la
mañana...
- Run los contemplaba en silencio,
dejando que sus bromas se fundieran con lo que
venía dando vueltas en su cabeza desde que viera
esas lágrimas en los ojos de Trash, un par de
días atrás. Se paró y se dirigió a la cocina
en silencio.
-
- * * *
- Las nubes habían avanzado desde
el río durante la tarde, y al anochecer habían
vuelto a cubrir el cielo con su nueva amenaza de
lluvia. Trash cruzó el Parque haciendo caso
omiso de los suspiros y susurros de las parejas
en cada banco. Llegó hasta la rotonda central
con su inmensa fuente de varios metros de alto.
Era el único lugar del Parque bien iluminado y
desierto a esa hora. Se sentó en un banco frente
a la fuente, fumó con la vista perdida en las
estilizadas siluetas de granito, sus sonrisas
congeladas, sus gestos casuales detenidos para
siempre, atrapados en el capricho de algún
escultor del siglo pasado.
- Empezó a llover. Ella hundió las
manos en los bolsillos y la cara tras el cuello
de la campera. No buscó refugio bajo los
árboles. Ni siquiera pensó en volver a la casa,
donde seguramente Slash y Boss se preparaban para
su salida de sábado a la noche, mientras Run
trataba de estudiar a pesar de la música a todo
volumen y los eventuales gritos de pieza a pieza.
- Las gotas resbalaban por su pelo y
por su cara, trazos fríos y fugaces. Idénticos
a los que se deslizaban por las esculturas de la
fuente. Lluvia y agua del surtidor que caía
junta en la inmensa pila circular, dibujando
efímeros arco iris al saltar ante los
reflectores inferiores. Hubiera querido fumar.
Ahogó un suspiro cerrando los ojos. Tal vez
debía volver. Al fin y al cabo, Rover había
avisado que les llevaría trabajo en cualquier
momento. No era buena idea engriparse. Lo que
menos necesitaba era tener que volver a tolerar
la conmiseración solapada de los otros tres.
Pero tampoco se estaba tan mal ahí. El sonido
monótono aunque rítmico de la fuente y la
lluvia, el aire frío y quieto...
- Mi vieja solía decir que
la lluvia es un espejo del alma...
- Se irguió sobresaltada y miró a
ambos lados, se volvió a reclinar contra el
respaldo de piedra en silencio. Run rodeó el
banco y se sentó junto a ella. Permanecieron los
dos largo rato con los ojos perdidos en la lluvia
sobre la fuente, hasta que Trash carraspeó.
- Y... ¿y por qué decía
eso...?
- Run sonrió de costado, la vista
fija en una sirena con su cántaro.
- Porque la sentimos según
cómo es nuestro ánimo del momento. Triste,
refrescante, romántica, solitaria, aburrida,
reconfortante... Pero la lluvia es sólo eso...
lluvia... Agua cayendo...
- Otra larga pausa se impuso.
- Mi vieja siempre estaba
demasiado dada vuelta para decir cosas así...
murmuró Trash luego. Pero me acuerdo
que una vez, después de una resaca peor que de
costumbre... casi termina en el hospital...
ella...
- Run volteó para enfrentarla por
primera vez, instándola a terminar. La chica
frunció el ceño y respiró hondo. Me...
me dijo que más allá de todo, al final la vida
es lo que cada uno de nosotros hace de ella...
- Run asintió lentamente,
pensativo. Fingió no advertir los esfuerzos que
hacía Trash para no mostrar abiertamente sus
emociones. La dejó tomarse su tiempo para
recuperarse. Al fin y al cabo, ése era un lugar
realmente agradabe, con sus luces y la fuente
irguiéndose frente a ellos. Y con o sin lluvia,
ésa era una noche agradable para estar ahí.
Notó que la respiración de Trash ya se había
normalizado y esbozó una sonrisa vaga.
- Siempre me acuerdo de esa
frase cuando llueve dijo a media voz, con
su acento de siempre, sereno y cálido.
Sobre todo cuando me siento solo y me da por
salir a caminar como hoy...
- Trash lo miró de soslayo, alzando
una ceja con un gesto de incredulidad. Run lo
notó y rió por lo bajo, una risa breve pero
sincera.
- En serio. No salí a
seguirte ni a buscarte. No me di cuenta que
estabas acá hasta que casi me choqué con tu
banco... volvió a contemplar la fuente
encogiéndose de hombros. Pero... no sé...
tampoco me molesta haberte encontrado...
- Volvieron a quedarse en silencio,
sin mirarse, uno junto al otro. Sin que mediara
un gesto o una palabra, Trash inclinó la cabeza
hasta apoyarla en el hombro de Run. Sin que
mediara un gesto o una palabra, Run rodeó los
hombros de Trash con su brazo. La lluvia seguía
cayendo, sobre ellos y sobre la fuente. No había
viento que dispersara las nubes. Seguramente
llovería hasta el día siguiente.
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