|
|
CRAP
-
- Episodio
7:
- Desconocido
|
|
![](crap9.jpg) |
- El invierno parecía demorarse siempre en los
sombríos senderos del Parque de la Paz. Trash
apuró el paso hundiendo la cara tras el cuello
de su campera de cuero, tratando de cubrirse del
viento que traía ráfagas de lluvia helada y las
arremolinaba en las amplias intersecciones. El
tiempo mantenía a las usuales parejas alejadas
de sus escondites nocturnos y lo único que se
podía escuchar era el húmedo siseo de algún
auto apresurándose por la autopista a sus
espaldas. El eco de pasos tras ella le llegó
claro y nítido. Alguien se estaba dando prisa
por alcanzarla.
- Trash no apuró el paso ni miró por sobre su
hombro. Sólo sacó las manos de los bolsillos de
la campera para meterlas en los del jean, los
ojos fijos en el farol frente a ella. Cuando lo
dejara atrás, las sombras le indicarían si se
trataba de una o más personas siguiéndola. No
temía un ataque de los Sterne, ellos eran
más... refinados que un ataque nocturno de
varios contra una. Pero un par de rateritos con
yerba en la cabeza eran suficientes para retrasar
su vuelta a casa. Y hacía frío, y tenía
hambre, y quería cambiarse cuanto antes los
jeans mojados y fríos que se pegaban a sus
piernas.
- La luz del farol proyectó su sombra frente a
ella cuando lo sobrepasó. Los pasos mantenían
su ritmo. Pronto otra sombra rozó los pies de
Trash. ¿Uno solo? Se tragó una risita.
Pobrecito. Iba a volver a casa con las costillas
doloridas para que su mami lo cuidara.
- Giró de improviso, las manos siempre en los
bolsillos, y se plantó en el medio del sendero.
Un chico de su edad se detuvo, un poco
sorprendido de ver que lo enfrentaba.
- Volvé a tu casa, ya es tarde para que
andes solo por acá.
- El chico sonrió de costado llevando una mano a
su cadera y volvió a avanzar. Trash sacó su
Magnum y le apuntó sin inmutarse.
- Movés tu mano y te la vuelo
advirtió.
- El chico volvió a sonreír y apartó ambas manos
de su cuerpo con movimientos lentos, alzándolas
un poco. Demasiado tranquilo, pensó Trash
frunciendo el ceño. Las chicas no suelen ir
armadas, no con una 365 al menos, y ese chico no
parecía preocupado por lo mal que le había
salido el intento de atraco. En ese momento
sintió el rumor a sus espaldas. Entonces
comprendió. Giró sin transición, tirando una
patada hacia su izquierda. Una sombra cayó con
un quejido. Pero era demasiado tarde: en el mismo
instante en que golpeaba a uno de sus atacantes
sintió el tirón en su brazo derecho. El arma
cayó de su mano al tiempo que un puño la
alcanzaba en plena cara. Se tambaleó hacia
atrás luchando por no perder el equilibrio. La
vista se le había nublado y todo parecía
moverse en cámara lenta. Sintió el golpe en la
boca del estómago, terminó de caer, golpeando
la cabeza con los adoquines del sendero, creyó
sentir un caño frío contra su frente, voces
pastosas, sombras que se movían a su alrededor.
- Trash cerró los ojos tragándose sus maldiciones
y se aflojó. Mientras no la tocaran, no tenía
sentido tratar de resistirse con lo mareada y
dolorida que estaba. Los sintió registrarle los
bolsillos y vaciarlos. Sintió el rastro tibio de
la sangre que bajaba desde su nariz y que ahora
resbalaba hacia su oreja. Si al menos todo
dejara de dar vueltas... Les patearía el culo a
los tres yo sola...
- Pero no tuvo ocasión de despejarse. Uno de los
chicos aferró el cuello de su campera y la
obligó a levantar la cabeza y abrir los ojos.
Trash lo miró con ojos fulgurantes, sin atender
a lo que le decía. El chico alzó la mano para
golpearla, aunque nunca llegó a hacerlo. Una
exclamación tras él lo hizo soltarla, algo lo
barrió a un costado como si hubiera sido de
papel. Trash logró evitar que su cabeza volviera
a rebotar contra los adoquines y se arrastró
hacia atrás aturdida. Había alguien ahí
peleando con los tres rateros. Alguien de pelo
largo y oscuro, vestido todo de negro, envuelto
en un sobretodo amplio y largo que se acampanaba
alrededor de sus piernas cuando giraba y saltaba,
esquivando los golpes y atacando a una velocidad
pasmosa. En menos de dos minutos los tres chicos
estaban fuera de combate, tratando de ayudarse
unos a otros a alejarse de ahí lo más rápido
posible.
- ¿Slash...? se preguntó confundida. Era
muy propio de Run mandar a Slash a esperarla con
la van al Parque a esa hora y con ese tiempo,
aunque no era muy propio de Slash que hubiera
accedido a hacerlo... Sintió algo sólido contra
su espalda, un farol apagado, se apoyó contra
él viendo cómo su inesperado defensor vigilaba
la retirada de los rateritos en una posición que
recordaba una guardia de artes marciales. No,
no es Slash... si hasta yo tengo más técnica
que él a la hora de las piñas... Se enjugó
la sangre de la nariz con la manga y permaneció
muy quieta, lamentando que su Magnum hubiera
quedado tirada en mitad del sendero. La figura
frente a ella se irguió con un movimiento
fluído y se volvió hacia ella, su cara en
sombras cuando la inclinó para mirarla.
- ¿Muy dolorido? preguntó, y Trash
entrevió una sonrisa cuando le tendió una mano
enguantada.
- Vaciló antes de aceptarla, pero luego la tomó y
dejó que la ayudara a pararse. Aguantó el nuevo
mareo y el dolor en las costillas encajando los
dientes, se soltó asintiendo y caminó vacilante
hacia su Magnum.
- ¿Es tuya? la mano bajó a levantar
el arma con rapidez. Pensé que se les
había caído a ellos... Lindo chiche... ¿Para
qué lo traés encima si no vas a usarlo?
- Trash lo enfrentó al fin, la expresión
contraída de dolor y enojo, para encontrar los
ojos negros y brillantes en la cara morena y la
sonrisa divertida. No se sentía tan mal para
considerar que merecía la burla de su salvador,
que en esa media luz, y a juzgar por su voz, no
podía ser mucho mayor que ella. Trash le
arrebató el arma de la mano y la guardó en su
cintura con gesto brusco.
- Gracias gruñó, y trató de irse,
pero él la detuvo.
- Si vivís cerca puedo acompañarte,
pibe...
- Ella lo enfrentó deseando estar en condiciones
para empujarlo fuera de su camino. Él sonrió de
costado alzando una ceja. En ese momento oyeron
un vehículo que se acercaba y frenaba con un
chirrido en donde el sendero desembocaba a la
calle. Los dos giraron para mirar en esa
dirección y Trash reconoció de inmediato la van
negra y a Slash que se bajaba y tiraba su
cigarrillo molesto, avanzando a largos trancos
hacia ellos.
- ¿Trash sos vos? lo oyeron preguntar
desde lejos.
- Ella esquivó al desconocido y caminó a su
encuentro lo más erguida que pudo. Pero Slash
advirtió que algo le pasaba y se acercó
corriendo.
- ¡Mierda! ¿Qué te pasó? exclamó,
llegando junto a ella. Entonces reparó en el
hombre de pie en medio del sendero. Un gesto de
Trash lo detuvo.
- Él me ayudó. Me atracaron entre tres
y...
- Slash le rodeó la cintura con su brazo y la
obligó a apoyarse en él para volver a la
camioneta, olvidándose del otro. Trash obedeció
sin protestar y se alejaron mientras Slash
mascullaba enojado:
- ¡Pendejos de mierda! ¡Atacar a una mina
entre varios! ¿Les viste la jeta?
- El desconocido los veía alejarse sonriendo de
costado, pero su cara reflejó su sorpesa al
escucharlo. Volvió a estudiar a Trash desde
lejos, el ceño fruncido. Reparó en un pequeño
objeto oscuro que quedara tirado en un charco a
dos pasos. Se inclinó a levantarlo. Una
billetera. La abrió con curiosidad y volvió a
alzar la vista hacia la van que se alejaba.
- ¿Una chica..?
-
- * * *
- La casa estaba en silencio hacía un par de
horas, y Boss trabajaba tarareando en voz baja lo
que los diskman dejaban a todo volumen en sus
oídos. Había mandado a dormir a Slash media
hora atrás, él podía terminar solo de soldar
los circuitos que faltaban y probar que
transmitieran bien. Apagó la soldadora con un
resoplido y se sacó los auriculares. No pensaba
seguir trabajando con la garganta reseca. Un
rumor breve, repetido, le llamó la atención. Se
asomó al corredor de los dormitorios y advirtió
la primera puerta de la derecha abierta; el haz
de luz en el piso frente al baño le indicó por
qué el dormitorio de Trash no estaba cerrado
como de costumbre. Estaba por volver a la cocina
cuando el rumor se repitió, venía del baño. Eso
no es tos, pensó, pero la mera idea de ir a
golpear la puerta para ver si la chica estaba
bien le hacía doler la boca. No tenía el menor
deseo de que Trash volviera a recibirlo con uno
de sus derechazos. Un quejido ahogado lo hizo
vacilar. Se ve que el golpe en el estómago
fue más fuerte de lo que ella admitió...
Seguramente no había podido asimilar lo poco que
había comido. Boss inspiró profundo y se
acercó sin ruido al baño. Ya junto a la puerta
volvió a vacilar. Levantó la mano para golpear,
la detuvo a un centímetro de la puerta, la dejó
caer y volvió a la cocina con sigilo, aunque
dejó la puerta entornada y el diskman apagado.
Se sentó frente a sus herramientas con una
cerveza y trató de seguir trabajando, sin poder
evitar una que otra mirada aprensiva hacia el
corredor a oscuras.
- Trash descansó la espalda contra la fría pared
de mosaicos y cerró los ojos con un suspiro
entrecortado. Su garganta aún intentaba
relajarse tras las últimas arcadas y el resabio
en su boca era asqueroso, pero no quería
siquiera pensar en moverse por un par de minutos
al menos, hasta que todo dejara de borronearse y
dar vueltas a su alrededor. El click del
picaporte fue demasiado suave para que reparara
en él, y sólo reaccionó al sentir un paño
húmedo en su frente. Abrió los ojos
sobresaltada, encontrando la media sonrisa de
Boss, que le refrescaba la cara agachado junto a
ella. Hizo ademán de apartarlo, pero él la
detuvo con la mirada. Todavía demasiado mareada
para discutir, Trash lo dejó hacer cerrando los
ojos con una mueca.
- Boss le limpió con suavidad la cosmisura de los
labios y dejó el paño en su mano. Ella entornó
los párpados al sentir que se incorporaba,
frunció el ceño viéndolo limpiar el inodoro.
- Dejá, yo...
- Shhh. Avisame cuando te puedas parar.
- Puedo... si vos...
- Él hizo correr el agua y giró hacia ella
sonriendo de costado. sujetándole las manos y
ayudándola a pararse. Esto merece una
mención en los Guiness o algo así, pensó, La
segunda caída del Muro de Berlín. Se tragó
la risa, cuidándose de que ella no advirtiera
nada raro en su expresión, la sostuvo hasta el
lavatorio. Trash se apoyó en el sanitario con
una mueca.
- ¿Te cuesta respirar?
- Ella sólo asintió encajando las mandíbulas,
los ojos fijos en la canilla. Abrió el agua
fría con un gruñido y se enguajó la boca. Boss
esperó en silencio, después le volvió a tender
una mano para ayudarla a caminar. Trash lo
rechazó y salió a paso lento, apoyándose en la
pared, la otra mano en su estómago. Boss le
señaló la cocina y se adelantó, sabiendo que
era mejor no tentar al diablo haciéndola sentir
más débil de lo que ella admitía estar.
- La chica se dejó caer en el sillón grande con
un suspiro, Boss le hizo tomar un vaso de jugo
fresco sin atender a sus protestas y salió de la
habitación. Poco después volvía con un rollo
de venda elástica ancha y un pote de crema.
Trash trató de protestar de nuevo, pero él se
sentó junto a ella indicándole silencio.
- Mañana a la noche tenemos laburo, y no
podemos andar parando para que vomites en plena
corrida. Levantate la remera.
- Por primera vez desde que la conociera, Boss vio
que los ojos de Trash se abrían de sorpresa.
Suspiró meneando la cabeza y le puso el pote de
crema en la mano.
- Si te da vergüenza dijo parándose
y volviendo a su lugar en la mesa, dándole la
espalda pasate vos el desinflamatorio. Pero
no te vas a poder vendar bien sola, así que
avisame cuando termines.
- Tomó un trago de cerveza y empezó a probar la
corriente de los circuitos ignorando los ruidos y
gruñidos tras él. Resultaba bastante cómica la
reacción de Trash, pero Boss sabía que si
llegaba a mostrarse mínimamente divertido por su
reacción, el precio a pagar iba a ser en
dientes. Así que aprovechó esos minutos para
armar su mejor cara de indiferencia y esperó que
la chica terminara con la crema.
- Listo.
- Él se paró tomando otro trago de cerveza y fue
hasta el sillón frotando las manos contra su
pantalón para entibiarlas. Trash se había
sentado lo más erguida que podía, los ojos
fijos en la mesita ratona frente a ella, los
dientes apretados y el ceño un poco fruncido.
Él se acomodó a su lado abriendo el rollo de
venda y alzó la vista arqueando una ceja. Ella
lo miró fugazmente y se levantó la remera hasta
el pecho inspirando hondo. Boss evitó mirarla a
la cara, temeroso de largar la carcajada ante
aquella inesperada Trash vergonzosa y de mejillas
enrojecidas. La vendó con rapidez, tocándola
sólo cuando era indispensable, aseguró el
extremo de la venda y se echó hacia atrás.
- Listo. No te vas a poder doblar ni estirar
mucho, pero tampoco te va a doler más de lo
necesario.
- Ella sólo asintió, soltando su remera para que
volviera a caer hasta sus muslos y reclinándose
en el sillón con cuidado, esquivando sus ojos
sistemáticamente. Él se fue a la cocina y se
demoró ahí sin romper el silencio. Trash lo
oyó abrir la heladera, la canilla, un cajón.
Cuando volvió traía algo envuelto en un
repasador y se lo dio junto con la crema.
- Hielo. Para el chichón que tenés ahí
atrás. Y pasate crema de nuevo cuando te
despiertes dijo con su tono más neutral.
- Trash asintió de nuevo y amagó a pararse, una
punzada de dolor la detuvo. Alzó la vista. Boss
ya seguía trabajando, de espaldas, y no le
prestaba atención. Se incorporó lentamente,
aguantando el dolor, y se fue a su cuarto. De
nada, pensó Boss con una risita al escuchar
la puerta del corredor que se cerraba.
-
- * * *
- Un susto nomás. Romperles el boliche y
amenazarlos.
- Entonces no es necesario que vayamos
todos...
- Run enfrentó a Slash alzando las cejas, el otro
sostuvo su mirada cabeceando en silencio hacia
los dormitorios. Boss sonrió de costado.
- Mi pésame al que tenga que decírselo
murmuró sirviéndose más café.
- ¿Cómo está? ¿Volvió a vomitar?
le preguntó Run.
- No hasta que yo me fui a acostar, al menos
Boss no se molestó en preguntar cómo
sabía lo que había pasado, no en vano Slash
solía bromear con que Run dormía con un ojo
abierto y otro cerrado.
- No desde que me levanté terció
Slash. Sigue encerrada en su pieza, pero no
falta ningún balde ni nada parecido.
- ¿Está muy golpeada?
- Boss hizo una mueca. Lo suficiente para
ameritar un par de días en cama. Se ve que le
golpearon duro las costillas. Tiene un lindo mapa
de Australia.
- Slash largó una risita. Le debe doler
más el orgullo que otra cosa...
- Sí, así que esta noche vamos todos
Run se volvió hacia Boss con una fugaz
sonrisa. Ya que nosotros dos no sabemos
nada, vos vas a ir con ella.
- Boss aceptó suspirando, Slash le palmeó la
espalda divertido.
- Ánimo, galán. Al menos esta vez no te
pegó.
- Creo que lo hubiera hecho, de no estar tan
dolorida.
- En ese momento escucharon que se abría la puerta
de Trash y pies que se arrastraban hacia el
baño. Run miró brevemente a Boss, que asintió
con un suspiro y esperó a escuchar la puerta del
baño para ir a su dormitorio. Se quedó tras la
puerta hasta que oyó los pasos de la chica,
entonces salió, fingiendo no verla hasta casi
chocarla.
- Disculpá... ¿Cómo te sentís?
- Mejor gruñó ella.
- ¿Te volviste a pasar la crema como te
dije?
- Ella desvió la vista mientras su cara se
encendía hasta quedar del color de su pelo.
- Sí, pero...
- Boss asintió. Terminá de vestirte que
ahí voy a vendarte dijo en tono casual,
siguiendo su camino hacia la cocina.
- La voz de Trash lo detuvo antes de que abriera la
puerta. Boss... ¿ellos...?
- Él giró sonriendo de costado, meneó la cabeza
y entró al estar sin darle tiempo a decir más.
Run y Slash lo recibieron interrogantes. Boss
resopló sentándose de nuevo.
- Ahora la voy a vendar. Pero hacer el
psicólogo tiene otro precio, jefe.
- Run se permitió reír por lo bajo y le mostró
en la laptop un diagrama de la zona a la que
irían esa noche.
-
- * * *
- El callejón era oscuro y estrecho, lleno de
contenedores desbordantes de basura, cajas
tiradas, botellas rotas. Trash prendió un
cigarrillo y exhaló el humo con fuerza, la
espalda contra la pared y los ojos fijos en la
puerta clausurada y podrida frente a ella. Esto
tenía que ser cosa de Boss. Aunque no le hubiera
dicho nada a Run y Slash sobre cómo estaba ella
realmente, se las había compuesto para que le
tocara esa parte del laburo, lejos de la acción.
Y él mismo estaba a menos de cincuenta metros,
doblando la esquina. Vigilaban la parte trasera
del edificio abandonado mientras los otros dos
iban a tener toda la diversión.
- Adentro, todo tranquilo susurró Run
en sus oídos.
- Acá también le contestó
Boss. Deben estar todos en el segundo piso.
- Esta escalera está más podrida que mi
hígado gruñó Slash.
- No tanto como tus pulmones, entonces
replicó Boss conteniendo la risa.
- Trash terminó de fumar en silencio. Probó la
resistencia de una pila de cajones rotos, tiró
su campera de cuero encima y se sentó sobre
ella. Lo único que me falta es clavarme un
alambre en la pierna, pensó molesta,
acomodándose lo mejor que pudo.
- Run y Slash subieron con cuidado los vacilantes
escalones hacia el segundo piso, donde se veía
un haz de luz oblicuo que caía sobre el piso
mugriento. Se apostaron a cada lado de la puerta
entornada con las armas listas. Adentro se oían
murmullos casuales, rumores de varias personas
moviéndose por la habitación. Se miraron para
ponerse de acuerdo, y Run estaba por entrar
cuando Boss los detuvo.
- Esperen. Ahí llegan más.
- Los dos retrocedieron para ocultarse en las
sombras del pasillo a oscuras.
- ¿Cuántos? susurró Run.
- Dos, pero no parecen amigos. Uno hizo
entrar al otro a patadas.
- Esto se pone divertido murmuró
Slash alegremente.
- Me mata la diversión. Apurensé, quieren.
- Los tres tuvieron que contener la risa por el
primer comentario de Trash en toda la noche. En
ese momento Slash y Run escucharon pasos y voces
fuertes en el piso de abajo. Los de la
habitación también debieron notar el ruido,
porque hubo un silencio momentáneo adentro y
enseguida salió un hombre empuñando un 38. Se
detuvo ante la escalera espiando hacia abajo. Los
otros dos ya encaraban el último tramo.
- ¡Soltame! ¿Quién carajo sos? ¡Ya le
mandamos la guita a Tobías ayer!
- ¿Pierre? llamó el que estaba
arriba, tratando de sonar firme.
- Dos hombres aparecieron en la escalera, uno
sujetando al otro desde atrás, apretándole algo
contra la garganta.
- ¡Ha... Hans! Sí, soy yo....
- ¿Con quién venís?
- El que venía atrás soltó al otro tipo,
empujándolo escaleras abajo, y trepó en dos
saltos hasta el segundo piso. Antes que el tal
Hans pudiera reaccionar, el desconocido le cayó
encima y de una sola patada le hizo saltar el 38
de la mano y lo mandó tambaleándose hacia
atrás hasta chocar contra la pared. El alboroto
hizo salir a los que seguían dentro del cuarto,
pero el intruso se movía demasiado rápido. En
unos pocos segundos derribó a dos y apresó al
tercero, le dobló el brazo tras la espalda y le
golpeó la cabeza contra la mesa. El tal Hans
gateó gimiendo hasta donde cayera su arma e hizo
un esfuerzo por pararse y volver a entrar.
- Dijo Tobías... susurró
Slash.
- ¿Van a intervenir? inquirió Boss.
- Sí, estate atento a la desbandada
replicó Run. Slash, ahora.
- A través de los auriculares, Trash y Boss
pudieron escuchar los ruidos y los gritos cuando
sus dos compañeros irrumpieron en el precario
laboratorio. Los fraccionadores estaban tan
sorprendidos por ese nuevo ataque que no atinaron
siquiera a tratar de huir, pero el primer agresor
usó a uno de ellos de escudo cuando Slash lo
apuntó. Run alzó una mano para evitar que
disparara, y vieron asombrados cómo el
desconocido retrocedía hacia las ventanas
arrastrando al otro y, con un movimiento
sorpresivo, rompía un vidrio, empujaba al hombre
contra ellos y saltaba por la ventana rota.
- ¡Boss! ¡Arriba! exclamó Slash,
rechazando al tipo y corriendo hacia la ventana
rota sin poder creer lo que acababa de ver.
- Boss alzó la vista a tiempo para ver la sombra
negra que caía con un revuelo de su sobretodo en
un conteiner lleno de basura.
- ¡Lo tengo! contestó, corriendo
hacia el conteiner.
- Slash giró entonces y se reunió con Run, que
terminaba de acorralar a cuatro hombres pálidos,
temblorosos y magullados en un rincón. Vio su
seña y asintió sonriendo, dedicándose a tirar
y romper todo lo que había sobre la larga mesa
de madera medio podrida. Run enfrentó a los
hombres sonriendo de costado con lástima.
- Ahora, a soltar la lengua les dijo
con suavidad.
- Abajo, mientras tanto, Boss se asomó al
conteiner con el rifle listo contra su hombro y
vio al hombre medio hundido entre la basura,
inmóvil. Se acercó un poco más para moverlo,
pero antes que llegara a tocarlo un pie golepó
con violencia el rifle, haciéndolo saltar de
entre sus manos y empujándolo hacia atrás. Se
irguió empuñando su 9 mm, sólo para ver el
arco que describía el otro en el aire para caer
con ambos pies contra su pecho, volteándolo,
aterrizar en cuclillas junto a su cabeza y salir
corriendo hacia la esquina más cercana.
- ¡Trash! ¡Va para allá! jadeó
entre maldiciones. Se puso trabajosamente de pie
y corrió como pudo tras él.
- El hombre dobló la esquina a toda velocidad,
frenando en seco al ver la figura oscura que se
surgiera de la nada frente a él, apuntándole a
la cabeza con una Magnum con silenciador. Alzó
un poco las manos y se inmovilizó con cautela.
Trash frunció el ceño estupefacta.
- ¿Vos...? gruñó.
- Boss apareció entonces en la esquina,
deteniéndose sorprendido por la escena: Trash
bajaba el arma y se acercaba a paso rápido al
tipo, que permanecía muy quieto en medio del
callejón con las manos separadas del cuerpo.
- ¡Trash! ¿Qué mierda...? resolló,
todavía tratando de recuperar el aliento en su
pecho dolorido. Levantó de nuevo su rifle e hizo
puntería, listo para disparar si el tipo llegaba
a atacarla.
- Ella lo ignoró, y se detuvo a dos pasos del
desconocido sin recuperarse de su sorpresa. La
luz que venía de la calle tras ella le iluminaba
las facciones, ocultas tras los largos mechones
de pelo oscuro. Pero ahí estaban los ojos negros
y brillantes, la sonrisa divertida, la cara
morena de rasgos agradables.
- ¿Qué carajo hacés vos acá?
inquirió buscando su mirada.
- Él rió por lo bajo. Ésa es mi
línea, vos deberías estar en cama después
de...
- Trash lo interrumpió poniéndole el cañón de
su arma bajo la mandíbula.
- ¿Tenés algo que ver con los Sterne?
- Al escuchar su acento, Boss sintió un poco de
lástima por el tipo, quienquiera que fuese. Sin
embargo, él meneó la cabeza y ella bajó el
arma al instante.
- ¿Entonces qué...?
- No llegó a terminar su pregunta. Él tomó su
mano libre, puso la billetera entre sus dedos y
le rozó los labios en un beso.
- Chau, Analía susurró, y antes que
Trash pudiera reaccionar, se iba corriendo.
- Boss levantó el rifle para dispararle, pero ella
lo detuvo con un gesto. Obedeció rezongando y
fue a su lado. Trash ni lo miró, los ojos fijos
en la salida del callejón, por donde el
desconocido había desaparecido.
|