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CRAP
Episodio 1:
- Plaza
Fuerte
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- Boss regresó al comedor a
tiempo para ver que Rover le daba a Slash
un CD. Como si se tratara de una señal,
Run dejó la comida cociéndose a fuego
lento y ocupó el único sillón de un
cuerpo frente al televisor; Trash hizo a
un lado su arma para enfrentar también
la pantalla aún oscura; Slash deslizó
el disco en la computadora y giró su
silla al tiempo que el televisor se
encendía con una vista aérea de un
barrio privado. Boss se situó de pie
tras el sillón de Run.
- La Colina
dijo Rover, a medio camino entre
Slash y el televisor. Strafford
García vive en la casa tres.
- Slash agrandó la imagen
hasta que se centró en una rica vivienda
de tres plantas rodeada por dos
hectáreas de parque. Se veía una
piscina cerca de la casa, y entre los
árboles que circundaban el terreno se
adivinaba el cerco de tejido metálico.
- Se ve que no
confía en la seguridad del barrio
comentó.
- ¿Guardias?
inquirió Run.
- Rover asintió.
Cuatro, cambian cada seis horas. El
predio de La Colina tiene otros diez,
repartidos en casillas en torno al
perímetro.
- Aislados
murmuró Trash, pensando en voz
alta.
- La imagen de la casa fue
reemplazada por diagramas separados de
las tres plantas.
- El estudio de
García está en el primer piso
siguió Rover, la habitación que
señaló ocupaba la esquina.
- Hum dejó
oír Slash prendiendo un
cigarrillo. Y entre los discos y
nosotros, dos circuitos cerrados de tv,
dos sistemas infrarrojos de alarmas, tal
vez tres, un guardia armado afuera y
otros cuatro adentro... Lindo señuelo si
la data no está ahí... Y habrán sido
dos meses de laburo al pedo atrás de
él.
- Boss
advirtió la mirada iracunda que le
dirigía Trash, palabras no pronunciadas
flotando con violencia en el aire. Pero
Slash le daba la espalda ahora, al
parecer buscando algo en su pc. La voz
grave y serena de Run barrió la
tensión.
-
¿Familia?
-
Esposa, tres hijos entre doce y cinco
años, cuatro empleados domésticos de
tiempo completo respondió Rover.
-
No se priva de nada gruñó Slash.
- Rover
calló esperando que los cuatro lo
miraran.
-
El resto de la información está en el
disco. Huelga decir que estamos apurados. Sin los
números de ese disco no podemos probar
los sobornos que pagó el Cartel.
- Los
ojos de Run se desviaron por un segundo
hacia el televisor.
-
Dos días dijo.
- Rover
sólo asintió otra vez, pero todo en él
indicaba que la reunión había
terminado. Slash se incorporó con un
movimiento un poco brusco.
-
Salimos juntos. Si va a ser una noche
larga, necesito cerveza.
-
Y jueguito histérico con la kiosquera.
- Slash
no se dignó a responder al mordaz
comentario de Trash y salió precediendo
a Rover. Run volteó la cabeza y husmeó
el aire. En diez minutos comemos.
- El otro
gruñó algo y desapareció en las
sombras del vestíbulo. Entonces Run se
volvió hacia Trash, que prendía un
cigarrillo.
-
Eso estuvo de más la frialdad de
su acento no precisaba severidad.
- Trash
alzó la cabeza con ojos fulgurantes.
-
¡Laburo al pedo! estalló.
¡Kao se está muriendo por culpa del
hijo de puta de García! ¡Y este forro
habla de laburo al pedo!
- Boss
recibió sus palabras con sorpresa. De
modo que ése era "el
inconveniente" que había impulsado
a Rover a llamarlo... Run sostenía la
mirada de Trash sin inmutarse, la furia
de la chica era una ola deshaciéndose
contra una roca. Él se puso de pie y
volvió a la cocina.
-
Tenés tiempo de ducharte dijo
luego.
- Trash
encajó las mandíbulas y desvió la
vista resoplando.
-
Boss, Rover dijo que entendés de
explosivos, ¿eso incluye químicos?
siguió Run mientras sacaba platos
del mueble sobre la mesada.
- Trash
no era una persona a quien se le daba la
espalda con gusto, pero Boss optó por
acercarse a la barra del desayunadero y a
Run.
-
Sí...
-
Esa caja de seguridad. Vamos a necesitar
algo rápido y silencioso para abrirla.
- La
puerta del corredor se cerró con
estrépito tras Boss, que procuró imitar
la indiferencia de Run. Tenía más de
cuatro preguntas en la punta de la
lengua, pero resultaba evidente que ése
no era el mejor momento para hacerlas.
-
Puedo armar algo. Ácido, me parece que
sería lo mejor, pero si pudiera saber un
poco sobre la caja ayudaría.
-
¿Material y espesor te sirve?
-
Suficiente para mí.
- Sin
detenerse a pensarlo, Boss tomó platos y
vasos y los llevó a la mesa circular. Al
volver a enfrentar a Run descubrió un
eco de sorpresa en sus ojos verdes, pero
le alcanzó los cubiertos con una vaga
sonrisa.
-
Nos turnamos para limpiar y cocinar
dijo luego. Salvo la ropa y
el espacio de cada uno.
- Slash
regresó en ese momento y cruzó el
ambiente a largas zancadas para dejar en
la heladera las botellas que traía. Boss
se disponía a correr la pc para hacer
lugar a la fuente, las manos de Slash se
le anticiparon. Retrocedió con
docilidad, permitiéndole reacomodar a
gusto su aparato y la maraña de cables
que lo acompañaban. Run dejó la fuente
humeante sobre la mesa y se asomó al
corredor. Una avalancha de música
estridente llenó la amplia habitación.
-
Ya está la comida dijo sin alzar
la voz, volvió a cerrar la puerta y se
sentó junto a Slash, que ya se estaba
sirviendo.
- Boss
vaciló ante los dos lugares vacíos y
alzó la vista, hallando otra vaga
sonrisa de Run al señalarle la silla al
lado de Slash. Hacía varios minutos que
comían en silencio cuando Trash entró
al comedor sin mirar a nadie. Sólo
vestía una remera tres talles más
grande que ocultaba su ropa interior, iba
descalza y su pelo mojado goteaba sobre
la mesa.
-
Mañana vamos a ir a La Colina dijo
Run entonces. A la tarde.
-
Mañana a la tarde voy al sanatorio
dijo Trash con la boca llena.
- Slash
la observó por un instante y volvió a
concentrarse en su plato en silencio. Run
asintió, excluyéndola automáticamente
de la conversación.
-
No necesitamos acercarnos al barrio ni
dejarnos ver, pero prefiero que vayamos
en pleno día. Slash, Boss va a necesitar
datos de la caja, ¿terminaste tu
aparato?
-
Estoy en eso, podríamos probarlo
mañana.
-
Mañana tiene que estar funcionando.
- Slash
se encogió de hombros.
-
Entonces que otro se encargue del resto
del equipo. No creo que una noche me
alcance.
- Run
giró hacia Trash. La chica lo miró
mientras masticaba, sus ojos se movieron
hacia Boss, arqueó las cejas vaciando su
vaso.
-
- *
* *
- Abrió
los ojos sobresaltado. La luz oblicua de
la mañana llenaba el dormitorio. Una
pieza de Mozart, que creyó identificar
como En el Serallo, llenaba el espacio a
todo volumen, parecía trepar por su
cuerpo para sacudirle cada nervio. Boss
se sentó en la cama. En la pared frente
a él, su imagen en el espejo lo miraba
con ojos desorbitados, el pelo revuelto,
respirando afanosamente. El reloj le dijo
que eran las siete de la mañana. Su
vista paseó en derredor, poco a poco su
mente aprehendió la situación. A
través de la música, al otro lado de la
pared, percibió ruidos en el dormitorio
vecino, pasos en el corredor, la puerta
se abría y se cerraba, una voz dando los
buenos días... Run... Se dejó caer de
vuelta en la cama suspirando.
-
- *
* *
- Trash
se apeó de la camioneta cerrada en la
esquina del sanatorio. Escuchó el
bocinazo de saludo tras ella, alzó una
mano sin volverse, alejándose a paso
rápido hacia el lobby vidriado. La
camioneta se apartó de la vereda y se
perdió en la maraña de vehículos de la
avenida. Alcanzar el Acceso Oeste les
llevaría al menos media hora con ese
tránsito, y llegar a La Colina otros
veinte minutos. La recepción del
sanatorio era lujosa; hacía pensar en
una multinacional o en un hotel más que
en un instituto de salud. Se acercó al
personal de seguridad de los ascensores,
les dio su nombre, esperó a que lo
chequearan y desactivaran el detector de
metales. La caja del ascensor se fue
vaciando conforme subía, dejándola sola
con un médico en elpiso quince. El
pasillo estaba desierto, brillante, sin
el típico olor de los antisépticos que
flota en clínicas y sanatorios de menor
nivel. El viejo debía estar pagando una
fortuna por cada día de internación
ahí, en pieza individual y con lista de
visitantes restringida, pero Trash
consideraba que era lo justo, ya que Kao
estaba ahí por trabajar para él.
- Abrió
la puerta con sigilo, como si temiera
despertarlo. Bien sabía que era
imposible. El coma de Kao era
irreversible, los aparatos que lo
rodeaban sólo estaban demorando su
muerte definitiva. Se acercó sin ruido a
la cama, contempló largo rato el
semblante pálido y enflaquecido de quien
fuera su compañero. La venda en torno a
su cabeza estaba limpia, sin rastros de
sangre, y algunos mechones de pelo
crespo, oscuro, caían sobre ella. El
vello crecía, cubriendo los maxilares
como una sombra. Verlo así alimentaba en
su interior una furia que ardía de
impotencia. Si no se hubieran separado.
Si ese matón no le hubiera salido al
paso. Si hubiera llegado a tiempo. Si...
-
Sacudió la cabeza, los dientes
apretados. Las imágenes persistían en
sus retinas, parecían grabadas a fuego.
Respiró hondo y acercó una silla, tomó
entre las suyas una mano inerte, apenas
tibia.
-
Las va a pagar murmuró. Te
juro por mi vieja que esta noche las va a
pagar. No te vas a ir solo.
-
- *
* *
- El
sillón del living comedor ofrecía un
completo muestrario de armas de fuego,
todas ellas de última generación. Trash
se movía en torno a ellas chequeando que
estuvieran cargadas, que tuvieran
municiones de repuesto. Los dedos de
Slash tipeaban a un ritmo febril en el
teclado de su pc, el ceño fruncido,
completamente ajeno a cuanto lo rodeaba.
A pocos pasos, Run seguía con atención
reconcentrada las explicaciones de Boss.
En un rato el muchacho nuevo había
fabricado un dispositivo simple y que
prometía ser efectivo, y ahora explicaba
a Run su uso y funcionamiento.
-
Ésta es una botella de doble robinete.
Mirá, en el tubo más fino está el
ácido clorhídrico, en el más ancho el
nítrico, ¿notás que no llega ni a la
mitad? Para que sea más seguro de
transportar, vas a formar el agua regia
en el lugar. Te ponés la máscara y
apretando este botón volcás el aparato,
vas a ver cómo se forma un gas naranja;
es tóxico, por eso necesitás la
máscara. Mezclás un poco y cuando el
tubo se caliente apretás el otro botón
para que salga el agua. Con cuidado
porque va a saltar como aceite hirviendo,
la vas dejando caer en la cerradura hasta
que no te quede más líquido, para
cerciorarte de quemar el mecanismo
interno. Entonces tendrías que poder
forzar la puerta con la barreta. Si no
cede, es que está protegida contra
ácido.
- Run
asintió haciendo girar en sus manos el
pequeño aparato. Boss le tendió lo que
parecía una linterna de bolsillo.
-
Si el ácido no sirve, usá esto. Es un
soldador de oxígeno, sirve para soldar
hasta bajo el agua. Mirá, adentro hay
dos tubos, uno de oxígeno y otro con
etino. ¿Sentís el olor a ajo? Es el
etino. Se prende apretando el botón, que
abre las válvulas y produce una chispa
eléctrica. Es como un encendedor
cualquiera. Todo pasa dentro de esta
cápsula, ya que está hecho a prueba de
agua. Cuando lo prendés la cápsula
revienta y vas pasando con cuidado la
llama por el borde, ya que hay que fundir
y cortar todas las trabas en los tres
bordes de la puerta. Slash va a tener que
encargarse de la alarma individual de la
caja.
-
Esto va estar jodido murmuró
Slash en ese momento, y alzó la vista
hacia ellos.
¿La alarma de la caja? terció
Boss.
¿Eh? No, eso es una boludez, la anulo
antes que ustedes entren. Pero el sistema
interno de la casa es un tema. No creo
que pueda bajarlo ni siquiera diez
minutos.
Los
otros tres se acercaron a él y les
mostró en el monitor un diagrama
cuadrado atravesado por dos docenas de
líneas. Con una tecla lo convirtió en
un cubo, las líneas dibujaron una
intrincada red tridimensional.
Es el tramado de los rayos. Imposible
sortearlo. Si los discos no están ahí,
entonces tienen algo más importante
todavía. Encontré cómo entrar al
sistema, pero el que lo diseñó es un
hijo de puta genial: en un máximo de
seis minutos el sistema me va a detectar
y se va a armar flor de kilombo
tornó a mirar a Run, que lo
escuchaba pensativo. El margen más
seguro de manejar es 4 minutos, como
mucho cuatro minutos y medio.
Run se
tomó un momento para considerar sus
palabras, luego arqueó las cejas.
Muchas opciones no hay giró hacia
Boss. ¿Tu agua regia actuará en
tan poco tiempo?
Quizás tengas que terminar con el
soldador para hacer a tiempo.
Run
volvió a enfrentar a Slash encogiéndose
de hombros, luego consultó su reloj.
Doce y media. A la una salimos.
-
- *
* *
- La
camioneta negra estaba oculta en la
sombra de un bosquecillo artificial, a
cincuenta metros del límite trasero de
La Colina. En la parte de atrás Slash se
inclinaba sobre el teclado, un cigarrillo
apagado en la boca ligeramente curvada,
la visera de su gorra le protegía los
ojos del brillo de los cuatro monitores
superiores. En uno de ellos, tres puntos
rojos avanzaban hacia la valla que
delimitaba el terreno del barrio privado.
Dejó de teclear y alzó la vista hacia
el monitor de la izquierda: ya había
anulado los lectores infrarrojos y estaba
dentro del circuito cerrado de
televisión de La Colina, corrigiendo en
un metro el enfoque de dos cámaras.
Sonrió de costado.
-
Paso libre, chicos. Siete minutos desde
ahora dijo.
Su voz
llegó a través de los auriculares a
Run, Trash y Boss, que cubrieron
corriendo la distancia hasta el hueco de
un metro y medio que Slash acababa de
cegar a las cámaras. Vestían los tres
de negro, pantalones gruesos y poleras de
algodón, guantes, Run también llevaba
un gorro para ocultar su clara cabeza y
una máscara colgando de su cuello para
cuando mezclara los ácidos. Empuñaban
rifles automáticos de mira infraverde,
dos cargadores extra; un cuchillo
enfundado en una pierna y una 9 mm en la
otra. Se detuvieron junto a la valla y
ajustaron frente a sus bocas el delgado
brazo del micrófono unido al auricular,
que también servía de localizador para
Slash. Run se echó el rifle al hombro y
se colgó del tejido metálico sin
vacilar, trepándolo y dejándose caer al
otro lado. Trash lo siguió y Boss fue
tras ella. Se agazaparon tras unos
arbustos.
Adentro susurró Run.
Slash
activó el plano del barrio y los guió
hasta las inmediaciones de la casa de
Strafford García evitando las zonas
uliminadas. Mientras tanto, había
restablecido la posición original de las
cámaras y los rayos y salido del
sistema.
Veo la casa dijo Run espiando entre
los árboles.
En dos minutos tiro el infrarrojo externo
replicó Slash volviendo a teclear
a toda velocidad.
Run
miró a Boss y a Trash con un cabeceo.
Ellos asintieron y se alejaron juntos
hacia la parte delantera del terreno
mientras Run se apostaba directamente
frente a la ventana del estudio. Ya a la
vista del portón de acceso, Boss se
separó de Trash y corrió hasta la
primera curva del camino pavimentado que
unía la casa con la entrada del barrio.
Ahí dejó un cubo pardo, invisible entre
el pasto y la penumbra, y regresó adonde
la chica esperaba.
Veinte segundos avisó Slash en sus
oídos.
Trash
intercambió con él una mirada de
inteligencia y cruzó en dos pasos el
acceso, apostándose al otro lado del
portón.
Tres... dos... uno... listo.
A la
vos de Slash, los tres treparon la
segunda valla y saltaron dentro de la
propiedad. Trash y Boss se echaron de
bruces entre los arbustos de flores que
bordeaban el camino, Run se deslizó
hasta pegarse a la pared lateral de la
casa, de un blanco inmaculado que
recortaba con nitidez su silueta oscura.
Un minuto para tirar el infrarrojo
interno dijo Slash.
Run ya
disparaba su fijador. Tensó la soga, la
aseguró a su cinturón y comenzó a
izarse rápidamente hacia una de las
ventanas del estudio. Su cortavidrio
pronto estuvo listo para adherirse a la
fría superficie y retirarse dejando un
prolijo orificio circular, suficiente
para que introdujera una mano y abriera
la ventana apenas Slash diera la señal.
Al otro lado del terreno, Boss tomó un
diminuto control remoto con un único
botón. Uno de los cuatro guardaespaldas
se paseaba a diez metros de ellos, fumaba
cargando una Usi con indolencia, ambas
manos lejos del gatillo; Trash estaba
lista para dispararle al menor signo de
que hubiera advertido su presencia.
Cinco... contó Slash
cuatro...
Boss
activó la distracción que dejara en la
curva del camino. Un sonido semejante al
motor de un auto con problemas en el
carburador llegó desde ahí.
Tres... siguió Slash dos...
El
guardia volteó la cabeza en dirección
al portón.
Uno... ¡Ahora! ¡Cuatro minutos!
dijo, retirando los dedos del
teclado.
Pocos
segundos después el monitor le mostró a
Run deslizándose dentro del estudio y
deteniéndose frente a la caja en un
rincón. Al mismo tiempo, el ruido
creció en el camino frente al portón,
pareció acercarse y acabó en un
estallido sordo y breve. El
guardaespaldas se dirigió al portón a
paso rápido, otro hombre armado
apareció desde el flanco derecho del
parque y fue hacia él.
¿Qué carajo...? masculló el
primero al pasar frente a los escondites
de Trash y Boss.
Debe ser el viejo de la cinco dijo
el otro acercándose.
¿A esta hora? ¡Ése se va al sobre a
las nueve!
Fueron
juntos hasta el portón y se pusieron en
puntas de pie para espiar por encima. El
que llegara desde el costado se encogió
de hombros y codeó a su compañero.
Es el de la cinco, con ese vejestorio que
tiene de auto dijo, desandando
camino. Vamos adentro a tomar algo.
¡Esa puta yerba que me diste me quemó
la garganta!
Se
alejaron juntos y rodearon la casa por la
derecha, seguramente hacia la cocina.
Trash informó su movimiento.
Tres adentro asintió Slash.
El cuarto está atrás, más allá de la
pileta. A treinta metros de la casa.
Voy a cubrir la cocina dijo
Trash. Boss, cubrí al cuarto.
Boss
alzó la cabeza, hallando los ojos claros
y fríos de Trash por intuición. Ella lo
miró por un instante, luego se
desvaneció en las sombras.
Tenés el camino libre, Boss
informó Slash.
Ok.
Sin
esperar más, Boss se dirigió a la parte
posterior por el costado izquierdo. Pasó
junto a la soga que colgaba desde el
estudio en el primer piso, se prohibió
mirar hacia arriba. Lo único que los
sacaría a todos con vida de ahí era
mantenerse concentrados cada uno en su
parte. Se emboscó tras unos árboles a
diez metros de la enorme piscina. El
cuarto guardia estaba frente a él,
caminaba ida y vuelta en un radio de
veinte pasos con la cabeza gacha, al
parecer ensimismado en sus pensamientos.
Un minuto y medio avisó Slash.
Nos juntamos en dos minutos máximo
frente al estudio dijo Trash.
Ok.
El
minuto siguiente le pareció eterno a
Boss. Se disponía a retroceder cuando un
gruñido le llegó a través del
auricular.
¡Mierda! ¡Alguien entró al estudio!
resopló Slash.
A
través del canal abierto de Run los
otros escucharon una interjección
sofocada, ruidos confusos y quedos de
forcejeo, luego silencio. Boss se envaró
con un escalofrío. La lucha no había
durado más de diez segundos.
¿Run? llamó Trash, y Boss creyó
adivinar un eco de urgencia en su voz.
Silencio.
Run...
Reúnanse y vuelvan dijo
Slash. En cuarenta segundos se
reactiva el infrarrojo interno y va a
hacer ruido.
Boss
retrocedió apresurado hasta un árbol
frente al estudio. Trash se le unió un
momento después. Los dos miraron con
aprensión hacia la ventana del primer
piso. No se divisaba ningún movimiento
en el interior.
¿Slash? llamó la chica dando la
espalda a la casa.
La señal está quieta hace un minuto en
medio del estudio. En treinta segundos
tiro el externo.
Boss
enfrentó a Trash incrédulo.
Tengo tiempo de trepar y asomarme
terció.
Vos te quedás ahí cortó Trash,
los ojos barriendo el parque delantero en
busca de signos de los guardias.
Él se
tragó su consternación y volvió a
mirar hacia arriba.
Veinte segundos dijo Slash.
Vamos dijo Trash.
Yo no me voy sin saber si Run está vivo
o muerto.
Cuando
terminó de hablar tenía la fría boca
de un silenciador apoyada bajo su
mandíbula. Trash sacó el seguro del
rifle y acercó su cara a la de él con
ojos fulgurantes.
Venís por las buenas o con los pies por
delante siseó, los dientes
apretados. Vamos.
Cinco segundos, ¡muévanse, carajo!
Trash
retrocedió con Boss tres pasos tras
ella.
¡Salten!
Treparon y saltaron fuera de la
propiedad, volvieron a correr hacia la
valla externa del predio. Los tres
evitaron hablar, pero cuanto les llegaba
a través del canal era un silencio
total.
Listo susurró Slash.
Un
minuto más tarde, Trash y Boss subían
agitados a la parte posterior de la
camioneta. Slash giró en su asiento,
encontró la mirada brillante de la
chica, señaló el monitor de los
localizadores, donde el punto rojo que
correspondía a Run seguía estático en
el estudio. El sensor térmico enfocado
en esa habitación no indicaba nada con
vida en su interior. Trash se volvió
hacia Boss.
Necesito un retardador para granadas
dijo, chequeando la carga de sus
armas.
El que entró no era un guardia
dijo Slash. Y no vi salir a
nadie.
Ella
volvió a asentir con un rápido vistazo
a los monitores.
¿Cuánto queda?
Cinco minutos. Te sobra.
Boss le
alcanzó lo que pidiera. Ella lo tomó
sin mirarlo y saltó fuera del vehículo,
perdiéndose de vista en un instante. Él
se volvió hacia Slash sin comprender lo
que ocurría.
Cuando estás en equipo, trabajás en
equipo dijo agriamente el otro,
girando hacia su consola. Preparate
para volver a salir si hace falta y
después poné en marcha el motor.
Boss
aceptó la acusación en silencio y
obedeció. Era su primera misión con
ellos, y quedaba a la vista que le
restaba mucho por aprender de su forma de
actuar.
¡La puta madre! masculló Slash
tras él. Estás lista, linda, el
sistema de la casa me bloqueó el acceso.
La
respuesta fue un gruñido agitado.
Me importa un carajo.
Para
sorpresa de Boss, Slash largó una
carcajada espontánea y divertida.
Avisá, linda, todos tuyos miró a
Boss por sobre su hombro. Saca la
camioneta de acá y andá por esta calle
hasta la lateral, ahí doblá a la
derecha.
-
- *
* *
- Trash
se detuvo ante el cerco de la casa
tratando de normalizar su respiración;
el corazón le golpeaba con fuerza en el
pecho, pero no por el esfuerzo físico.
Se repitió que Run era demasiado hábil
para dejarse sorprender. En ese momento
estalló un alboroto en la parte
posterior de la casa. Gritos, ruidos de
corridas, dos disparos. Automáticamente
Trash corrió hacia la entrada delantera
mientras sujetaba la granada en una mano
y el retardador en la otra. Reemplazó el
seguro por el minúsculo dispositivo que
le diera Boss, lo graduó y dejó la
granada con cuidado a pocos metros del
portón. Retrocedió apresurada. Varios
disparos más sonaron en el parque
trasero, las luces del cerco iluminaron
el predio como si fuera de día.
-
Entonces vio la alta figura negra que
corría en zigzag hacia la valla,
intentando protegerse tras los árboles,
girando cuando podía para tirar contra
los dos hombres que lo perseguían
descargando sus armas automáticas, por
suerte sin preocuparse por hacer
puntería. Trash se detuvo al instante y
abrió fuego desde donde estaba,
obligando a los guardias a distraerse de
su persecución. La granada explotó al
mismo tiempo que Run saltaba la valla y
se tiraba entre las plantas que crecían
contra ella. Sin preocuparse más por los
guardias de la casa, Trash corrió a su
encuentro y se inclinó a su lado. Run la
enfrentó con la cara sucia de tierra y
transpiración, salpicada de sangre.
Sonrió de costado apretando el brazo
izquierdo contra el cuerpo.
Todo bien. Una bala me raspó una
costilla, nada más aseguró, sin
aliento pero con acento cálido.
Trash
meneó la cabeza con una mueca, aunque el
brillo de sus ojos delataba el alivio que
sentía. Tras ellos, la casa de Strafford
García era un caos de gritos y luces,
todavía algún disparo contra la sombra
equivocada. En las dos casa más cercanas
también se prendían algunas luces.
En línea recta, kilomberos les
dijo entonces Slash. Tengo una
casilla ahí, los invito a pasar.
Run
aceptó que Trash lo ayudara a erguirse y
se alejaron hacia la valla exterior
siempre ocultos entre los árboles.
Avistaron la casilla. Adentro un hombre
de uniforme gris se encogía en su silla,
las manos levantadas, pálido y sudoroso.
Slash estaba apoyado en la puerta que
daba a la calle lateral. Una mano en el
bolsillo del buzo negro, el cigarrillo
por fin prendido en la boca, la gorra con
la visera hacia atrás, la otra mano
apuntando al hombre con una 365. En la
calle, Boss esperaba tras el volante de
la camioneta en marcha. Al verlos llegar
Slash largó una risita y cabeceó en
dirección a la calle.
Apúrense que tuve que despertar a este
amigo.
Run y
Trash pasaron hacia afuera sin siquiera
mirar al pobre guardia, que temblaba de
pies a cabeza mirando espantado sus
armas.
¡Puff! ¡Apestan! resopló
Slash. Hoy les cedo mi turno en la
ducha se irguió y dirigió una
sonrisa al hombre. Buenas noches,
amigo, siga durmiendo, nomás y se
fue tras los otros dos sin prisa.
-
- *
* *
- Hacía
diez minutos que la camioneta se
deslizaba a toda velocidad por la
autopista del Acceso Oeste. Boss manejaba
con expresión ausente. A su derecha,
Slash había prendido la radio y cantaba
en voz bastante alta todas las canciones.
En la parte de atrás, Run terminó de
vendarse el raspón que dejara la bala en
su costado izquierdo bajo la mirada
escrutadora de Trash, sentada a su lado y
sosteniendo una remera limpia para él.
¿Quién entró? preguntó ella en
voz baja.
García contestó Run en el mismo
tono. Creo que a buscar sus
cigarrillos. En el forcejeo se me cayó
el auricular y no tuve tiempo de
buscarlo.
¿Y...?
Run la
enfrentó con una prieta sonrisa.
Perdí el cuchillo que me habías
regalado... Pero Kao no se va a ir
solo...
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- Sayaki - 3/2k
- ** Un GRACIAS enorme a mi
hermano Kuroi por ayudarme con ese lío
de los ácidos y por todo el apoyo que me
brinda para que pueda sacar adelante esta
historia!! ^_^
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